9 de julio de 2010

Aterrizaje

63 kms suaves a primera hora de la mañana, con parada en Soto del Real para tomarme un café en la plaza, yo solo, tranquilo, apenas cinco minutos felices. Hoy mejor que ayer, que estaba algo espeso, pero hoy había que ir aterrizando, disminuyendo la intensidad, descomprimiendo la carga para llegar fresco pero no sin falta de ritmo al Domingo, donde volveré a correr (porque las Ciclomarchas te las puedes tomar de muchas formas, y esta en concreto, me apetece exprimirme)

El entrenamiento es saber combinar los días fuertes con los de paseo, los descansos, los estiramientos, nuevamente los descansos, escrupulosamente medidos y naturales. Saber disfrutar casi todos los días que salgas, hacer ganas, crear ambiciones, retos, paisajes mentales que te liberen de la vida normal.

La poesía viaja conmigo a ras de suelo, cerca de la lija del carril bici, se levanta en cada pedalada, se mueve a un lado y a otro, se me acerca al oído, si hay viento se aleja un poco. Cada vez que miro a las montañas respira un poco, descansa conmigo, a veces se duerme como un hijo en los brazos de un padre adolescente. Soy capaz de llorar por ella. Está esperando, haciéndose mayor. Aún quiere que viajemos un poco más, dice que le gusta mirar como viajamos.

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